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1
Dick fue el primero en entrar. Cuando lo hicieron los hermanos Etrurian, Chris y Ellis, la puerta se cerró con el chasquido propio de un acceso restringido. Alrededor de la mesa hexagonal, los Maestres los contemplaban con mirada absorta. El Zafiro se encendió con un brillo leve, mate, que acarició los rostros de los presentes; era una bola de luz que brotaba del centro de la mesa con una textura de líquido viscoso. Se decía que el Zafiro discernía entre la realidad real y la ficción. Que daba cuerpo a la imaginación.
El que parecía el Principal se puso en pie y les pidió que tomaran asiento en unos sillones tapizados en cuero, simples, de otro tiempo. Después, se ajustó el transcodificador y rogó a sus acompañantes que hicieran lo mismo. La voz sonó a abejas, a monedas cayendo en cascada, a agua, a comunicación radiofónica y a cristal pulido y cada uno, por alejado que estuviera su lugar de nacimiento, entendió aquellas palabras dichas en iridim, la Primera Lengua, la legendaria lengua de los ángeles de los cuentos infantiles y nanas. Eso comentaron con rápidos movimientos oculares los Etrurian, despreciadores del código verbal.
- Sean bienvenidos, huéspedes, comenzó el Principal. Siéntanse libres de renacer mucha veces en esta nave.
Lo tres invitados sonrieron. En LinkCoast, su territorio de frontera, las fórmulas de cortesía en iridim parecían deliciosas, ingenuas: auténticas. Como enseñaba el profesor LowCost, cada lengua es pincel, modelo, retrato y lienzo de lo real. Reprimieron el impulso de distraerse y prestaron creciente atención al Principal.
- Los hemos hecho venir porque nuestros exploradores (se destacó la palabra Jukburim,exploradores) no han regresado. Se ha perdido el tercer comando a Dante. Este planeta se resiste a ser explorado, en verdad.- ¿Cuántos exploradores han desaparecido?
- Nueve por círculo. Ochenta y uno. Tres equipos.
“La Eternidad no les sienta bien. Se vuelven confiados y sobreestiman su capacidad de combate. Eso lo explica todo. Siempre les ocurre lo mismo. Típico de los rakim”, comunicó Dick a los Etrurian en rawel, su registro coloquial ocular. Como percatándose de estas palabras, el Principal desplegó una esfera de luz cenicienta en su mano derecha y les mostró los intentos angustiados de sus exploradores por escapar. Sólo imágenes dibujadas en la luz como manchas de aceite o de tinta, rostros, miradas, manos implorantes.
- Ustedes tienen que traerlos de regreso. No aguantarán los círculos de Dante. Nadie puede ser almacenado de ese modo. Es un tormento espantoso.
El silencio subsiguiente se desplegó como una vela romana y duró tres horas o más. Era sabido que la lengua iridim no permitía grandes transacciones de datos de manera continuada, por lo que se imponía kiltim, reposo y reflexión. Los Etrurian durmieron.
2
Yo, no.
Me dieron mis padres el nombre de Dick Burton Jorec, nací en LinkCoast, una especie de Purgatorio lleno de chatarra, y desde muy joven eran evidentes mis virtuosas dotes de rastreo y reconstrucción de escenas y desapariciones. Con ellas me he ganado muy bien la vida y estoy dispuesto a volver a hacerlo ahora.
Dante es un planeta con forma de disco, debido a los múltiples campos gravitatorios de que dispone. Cada disco actúa como los antiguos discos compactos que adornan los santuarios de mi mundo: almacena información, incluso la propia vida, que también lo es. Todo lo que aterriza en su superficie es grabado en alguno de sus miles de surcos y reproducido como un eco lejano de lo que fue. Dante es lo que llamamos un planeta-dispositivo. Nadie se arriesgaría a tomar tierra – y mucho menos un inmortal – si no fuera por un buen motivo.
3
Los Maestres despertaron y dispusieron la salida para el amanecer del día siguiente. La nave despegó con un leve zumbido y aterrizó sin contratiempos unos pocos minutos después. Los tres rastreadores pisaron su conocida superficie blanda y desplegaron su instrumental de análisis, sin resultado positivo. Tras doce sheks de búsqueda, principiando la noche, regresaron a la nave con forma cúbica y tomaron descanso. No había ni rastro. Era imposible, pero los resultados no dejaban lugar a dudas: nadie había aterrizado antes que ellos. Nunca. ¿Qué había pasado, entonces? Kubrick, el androide de a bordo, sugirió: “Están aquí”. Lo pronunció con su voz desprovista de emociones. Pero insistió: “Están aquí”. Esta vez, el adverbio tomó fuerza. Por eso, Ellis se decidió a preguntar: ¿Aquí? Te solicito que definas la marca “aquí”. Sé preciso”. El androide consultó sus bases semánticas y repuso, igualmente calmado: “En nosotros. En nuestros códigos. En nuestra misma información”.
Esta vez fue su gemelo quien requirió una información ampliada y precisa. Kubrick expuso: “No se trata de un planeta-dispositivo, señores. No almacena. No.
Es un planeta grabador.
Difunde.
Graba.
Extiende.
Con-vierte.
Hace letras.
Es un planeta grabador.
Nosotros mismos estamos siendo grabados.
Ahora.
En un blog.
Publicado en otro blog en noviembre de 2013.
Enlace a European Robotics Week 2013 Education
Publicado en otro blog en noviembre de 2013.
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